domingo, 28 de agosto de 2011

Lorca, en el corazón

Federico a los seis años de edad
Lorca, en el corazón

18.08.11 - 02:31 -
 
Hay una imagen cargada de dramatismo de Federico García Lorca en vísperas de su asesinato, del que se cumplen mañana 75 años. Refugiado en casa de los Rosales, amigos de la familia de Lorca en Granada pese a ser falangistas, el artista se vio obligado a dejar la vivienda para ser detenido. Antes de bajar la escalera, se paró delante de su amado piano para rezar delante de una imagen del Sagrado Corazón. Su estado era de «desmoronamiento total». Temblaba y lloraba. Al salir a la calle, ya prendido por el exdiputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso, el poeta dobló a pie la esquina, vestido con unos pantalones color gris oscuro, una camisa blanca con el nudo de la corbata suelto y una americana bajo el brazo. «Son de esas cosas que se quedan grabadas y se acuerda uno», relató un testigo años después. Por si algún día se encuentran sus restos, así vestía Federico de camino al lugar, aún sin localizar, donde fue fusilado y enterrado en la madrugada del 19 de agosto de 1936.
 
En un pozo del Peñon Colorado
 
Hipótesis sobre un nuevo paradero de los restos
 
Este pasaje tan lorquiano, en el que se mezclan costumbres y drama, forma parte de la reconstrucción más documentada elaborada hasta la fecha sobre el artista, firmada por el hispanista Ian Gibson con el título 'Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca' (Editorial Debolsillo). Como en su obra 'Bodas de sangre', inspirada en hechos reales, un presagio de la tragedia.
En coincidencia con el aniversario de su fusilamiento, su biografía se ha enriquecido con la reciente publicación de otro libro que especula sobre un nuevo paradero de sus restos, tras la frustrada excavación realizada hace dos años en Fuente Grande, en Alfacar. Escrito por Miguel Caballero Pérez y publicado por 'La esfera de los libros', el trabajo 'Las trece últimas horas en la vida de García Lorca' ahonda en dos líneas de investigación. Señala a las personas que estuvieron implicadas en la delación, arresto y posterior asesinato del poeta, especialmente al teniente coronel de la Guardia Civil ya retirado Nicolás Velasco Simarro, que estaba al frente del Gobierno civil en el día de autos por ausencia de su titular. Además, aporta la hipótesis de que el cadáver pudiera estar enterrado en un pozo en el paraje conocido como Peñón Colorado, en Víznar, en las afueras de Granada.
 
La amenaza en La Huerta
 
Odios y venganzas familiares en el origen
 
El autor sostiene que el asesinato del brillante artista español no sólo obedeció a su condición de simpatizante de izquierdas, republicano y homosexual, como mantienen hoy los parientes de Lorca. También a viejas rencillas, odios y venganzas de familias de Granada, entre ellas, los Alba y los Roldán, con quienes el padre de Federico, un sagaz hombre de negocios, se disputó el cultivo de la remolacha azucarera en sustitución de la caña de azúcar que venía de Cuba hasta 1898, año en el que España perdió la isla.
 
Precisamente, Lorca condensó este universo de discordias en el drama rural 'La casa de Bernarda Alba', todo un agravio para los mentados pues varios de ellos aparecían descritos en la obra, terminada en junio de 1936. No es de extrañar que le estuvieron esperando cuando el escritor regresó a Granada, un 14 de julio, y se instaló en La Huerta, la casa de veraneo de su familia. El 9 de agosto, un grupo de hombres armados se presentó en la hacienda, lo que fue considerado toda una amenaza para su integridad. Por eso buscó el cobijo de los Rosales en la calle Angulo, número 1.
 
Militante de izquierdas
 
Refugiado en casa de unos amigos falangistas
 
Según Miguel Caballero Pérez, Lorca frecuentaba amistades de lo más plurales, desde «la izquierda hasta la derecha más radical, falangistas incluidos». Creía en las libertades que ofrecía la democracia republicana. El poeta Luis Rosales, que se inscribió en la Falange nada más producirse el golpe del 18 de julio, era uno de ellos. En su casa se refugió del ambiente encanallado que hervía en Granada.
Pero Lorca se había posicionado con rotundidad en la izquierda, relata Ian Gibson. Firmó un documento con otros jóvenes escritores en contra de la dictadura de Primo Rivera y se declaró anticapitalista, en unas convicciones más marcadas a raíz de su estancia en Estados Unidos, donde vio similitudes entre la discriminación de negros y gitanos. «El ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío... Del morisco que todos llevamos dentro», comentaba el autor de 'Romancero gitano' y 'Poeta en Nueva York'. También denunció «la barbarie fascista de Hitler» y se afilió a la Asociación de Amigos de la Unión Soviética. «Hoy en España no se puede ser neutral», decía el dramaturgo en 1935, tras el éxito de 'Yerma'.
 
Rebelión religiosa y sexual
Trasladado por un militar que luchó en Bizkaia
 
Un pelotón de asalto arrestó a Federico García Lorca en la casa de los Rosales el 16 de agosto de 1936, hacia las 13.30 horas. Ese mismo día, el alcalde de Granada, el socialista Manuel Fernández Montesinos, a su vez cuñado de Lorca, fue fusilado. Luis Rosales se jugó la vida por su amigo, pero poco pudo hacer. Velasco Simarro, que se habría hecho con el control del Gobierno civil, no era un buen aliado para el artista. Defendía intereses de la familia Roldán y sabía de sus poemas sobre los excesos de la Benemérita. Según Miguel Caballero, el teniente Rafael Martínez Fajardo trasladó a Lorca a Víznar, junto a unos «peligrosos» detenidos. Martínez Fajardo luchó en 1937 en Bilbao, Plentzia, Algorta, Lekeitio, Bermeo y Gernika, entre otras localidades vizcaínas. Perdió el ojo izquierdo.
Lorca era un 'rojo', aunque no un anticlerical, al menos, no a su modo, cuenta Gibson. Admiraba la figura de Jesús y llamaba a Cristo «socialista divino» por su piedad y compasión. Era un devoto de la Virgen de las Angustias. Sin embargo, odiaba al clero y al Dios cristiano porque «no tolera el erotismo», en lo que era una muestra de repulsa a la moral católica, de rebelión religiosa. También de angustia sexual en un hombre que tuvo como «gran amor» al escultor Emilio Aladrén y que vivió intensos veranos con Dalí en Cadaqués. Su última pareja, Rafael Rodríguez Rapún, marchó al frente del Norte tras su asesinato. Murió justo un año después que Lorca, víctima de un bombardeo en Bárcena de Pie de Concha.
 
Premonición y miedo a la muerte
«Soy como un bichito que teme la horrible pisada»
 
No sólo el lugar del enterramiento es una incógnita 75 años después. Hasta la fecha del fusilamiento está sujeta a especulaciones. Caballero Pérez sostiene que se produjo el 17 de agosto, sólo un día después de su arresto. Por el contrario, Ian Gibson maneja la noche del 18 o la madrugada del 19. Oficialmente, este último día es el más aceptado en el dramático desenlace en la vida de Lorca, a la edad de 38 años, según la propia Fundación que lleva su nombre.
También es un misterio la decisión del escritor de volver a Granada en plena agitación, en vez de salir de España. Su actriz fetiche, Margarita Xirgu, le recomendó embarcar con ella en Santander, rumbo a México, a primeros de 1936, tras dar una «conferencia en el Ateneo bilbaíno». Su amigo Luis Buñuel le pidió que pasara a Biarritz cuatro días antes de la sublevación militar. Tampoco les hizo caso.
En la reconstrucción de Gibson, Lorca se muestra dado a las premoniciones, casi con tintes parapsicológicos. Hay una anécdota que así lo señala. En una comida de verano en 1932, se tuvo que levantar precipitadamente de la mesa, envuelto en sudores. Había tenido la sensación de que estaba rodeado de huesos y calaveras. Tras unas indagaciones, confirmó que la casa del convite estaba levantada sobre un convento, concretamente, sobre el cementerio de las monjas. El miedo a la muerte era otra de las obsesiones que le persiguió hasta el final. Un joven Lorca, bautizado como Federico del Sagrado Corazón de Jesús, decía: «Soy como un bichito de luz debajo de la hierba que teme la horrible pisada». En algún lugar, entre Alfacar y Víznar.

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