domingo, 21 de agosto de 2011

Malos tiempos para la lírica

Malos tiempos para la lírica

18 ago 2011
 
Setenta y cinco años sin Lorca, a quien asesinaron dos veces: aquel agosto sin perseidas y en las cunetas del olvido, donde reposan sus restos y el de otros miles de federicos. Sabemos dónde están sepultados los restos de Miguel Hernández pero los neonazis también. Profanaron su monumento en San Sebastián de los Reyes hace unos días con la misma saña que falangistas y obispos buscaron sin suerte sus libros inéditos para quemarlos.
Malos tiempos para la lírica. Y para la épica. Cien años del nacimiento de Gabriel Celaya o de José Luis Cano, con su vieja memoria poética diluyéndose en el olvido, en esta era en la que el Ibex machaca sin piedad a los sonetos. Ahora, más que nunca, harían falta goliardos que le explicaran a Sarkozy y a Merkel que a Europa más le convendrían carminas burana que constituciones hechas a la medida del déficit. Pero, ¿qué qasida lanzar contra los bombardeos en Libia o la represión en Siria; con qué gacela alimentar los sueños de Gaza? A Somalia le hacen falta versos de construcción masiva, poesía necesaria como el pan de cada día.
También a este lado del mundo andamos hambrientos, aunque sea de valores; asediados por la engañifa de quienes cometieron el crimen del neoliberalismo y ahora quieren resolverlo. No estaría mal citar a aquel pastor de Orihuela que pedía al toro de España que despertase o a ese alegre pero combativo escritor de Granada que apostaba por cortarle el cuello al capitalismo. Quizá por ello, el paredón y la cárcel. Corren malos tiempos para la lírica, para la épica y para todos porque con frecuencia olvidamos que la poesía es un arma cargada de futuro. Y sobre todo un alma cargada de presente.

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