lunes, 1 de agosto de 2011

Edmundo López Bonilla: (20) LAS VERDADES DE PEROGRULLO 20


LAS VERDADES DE PEROGRULLO



Edmundo López Bonilla



El presidente Barack Obama avisa a su pueblo y al mundo, que del país más rico del mundo está en severo  riesgo económico y financiero si el Partido Republicano no avala su proyecto de elevar el tope de la deuda pública, recortar el déficit presupuestal y la  elevación de impuestos el próximo 2 de agosto los Estados Unidos de Norteamérica  se verían obligados a declarar “la moratoria” y por consiguiente, caerían en bancarrota. Si bien la nota de “El Sol de Orizaba” del martes 26 de julio de 2011, escrita por Carmen Flores, es escueta, deja ver que parte del problema norteamericano se deriva de dos cosas importantes, según palabras del mismo Barack Obama: “el dinero se gastó  en sufragar millones de dólares en recortes de impuestos, cuando al mismo tiempo se realizaban dos guerras”. La experiencia hace que ya resulte ocioso repetir que de darse la situación de bancarrota, la economía mundial sería arrastrada en esa caída, porque en ese aspecto, alrededor del mundo las economías están tan enfermas como lo está la de los norteamericanos, que no acaban de entender que el modelo de desregulación ya no da para más. Y lo triste es que el remedio propuesto por Barak Obama está sujeto al capricho político de sus enemigos políticos.

“Washington, 25 de jul. (OEM-Informex). — El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, advirtió a sus conciudadanos de los riesgos y peligros que corre el país si los intereses políticos del Partido Republicano provocan la moratoria financiera nacional por no elevar el tope de la deuda pública y no recortan el déficit presupuestal, reduciendo gastos y elevando los impuestos a los ricos”.

En asuntos de dinero los inflexibles ricos de todo el mundo únicamente resuelven según sus intereses. Los ricos de Estados Unidos de Norteamérica hacen el juego del gato y el ratón con su presidente y tensarán la cuerda porque su objetivo es el “gatopardesco”: cambiar para que nada cambie. Porque Demócratas y Republicanos —con sus excepciones— están satisfechos de cómo les funcionan las cosas y mientras el presidente en turno no caiga en la tentación de cambiar el “modelo neoliberal” las cosas irán bien en los Estados Unidos de Norteamérica. ¡Aunque el mundo se precipite en la recesión económica!

¿Qué quieren “Los indignados” que tanta lata le dan al gobierno español? ¿Qué quieren los estudiantes de Secundaria de Chile? ¿Qué quieren los jóvenes? ¿Qué quieren los campesinos de todo el mundo, qué los indígenas marginados? ¿Por qué las olas de inmigrantes de las regiones deprimidas a Europa, a Norteamérica? ¿Por qué en suma: la pobreza?

Como no soy ninguna autoridad en este tema, y en muchos que he tratado de analizar a lo largo de diecinueve artículos, debo apoyarme en las palabras de los expertos en cada asunto. “Periódico La Jornada” martes 26 de julio de 2011, p. 3 Madrid, 25 de julio. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, se presentó como uno más en los debates del movimiento de “indignados” en el Parque del Retiro, en Madrid, para animarlos a seguir con la revuelta y para expresar su coincidencia en que ahora, en plena crisis del modelo, es vital luchar por una “refundación” del sistema, con el fin de que haya un control más férreo del Estado al capital financiero. “Los mercados no son eficientes, a pesar de lo que se sigue enseñando en las principales universidades del planeta”, señaló ante centenares de jóvenes y simpatizantes del movimiento del 15 de mayo (15M)”.

De las ocho acepciones del Diccionario Clave, la tercera y la cuarta sirven para ubicar medianamente al “modelo” aludido por Joseph Stiglitz: “3 Ejemplar o patrón que sirve de pauta a la realización de algo; 4 Lo que se considera un ejemplo a seguir por su perfección o por sus cualidades”. Dije medianamente por la ambigüedad de ambas, porque es obvio: las dos acepciones son justas solamente para los beneficiarios del “modelo” neoliberal y ellos conforman una minoría en los seis mil y tantos millones de habitantes del planeta. Sin embargo, esa minoría tiene el poder de dictar los programas económicos y políticos que rigen la vida de la mayoría.

Como la memoria es flaca, se hace necesario enumerar algunas de las consecuencias de la aplicación del neoliberalismo dichas en “Las verdades…” del 25-26 de mayo de 2011. “Hoy el destino de los países está atado a los designios del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. No es un secreto que las políticas de ambos  organismos ha resultado lesiva para los países en vías de desarrollo, porque dan más privilegios a los privilegiados y agudizan las necesidades y penurias de los menos favorecidos; que sus políticas de ajuste han impuesto enormes costos sociales sobre los grupos vulnerables en los países en desarrollo; que la desaceleración industrial, la introducción o sustitución de cultivos ha devastado el campo; que la anulación de subsidios a los procesos agrícolas ha dado su cuota —junto con el desempleo, producto de la desaceleración industrial— de personas dispuestas a dejar sus países  en búsqueda de mejores condiciones de vida. Ese es el origen de todos los problemas. Los taltoanis se sienten en la necesidad de endrogar a sus países y los dos  entes citados, sin mucha exigencia les llenan las manos de dinero, no importa que los pueblos se debatan en el desempleo, la pobreza y la ignorancia”.

En la gestión del presidente Miguel de la Madrid Hurtado el país “abrazó las medidas del neoliberalismo”, que culminaron con la entrada del país al Tratado de Libre Comercio con América del Norte en 1994. A grandes rasgos, tres rubros han sido afectados gravemente desde entonces: la agricultura, el empleo y la seguridad social. Males que deterioraron el nivel de vida en general y que se ha ido agudizando con los años.

Los hechos prueban que la agricultura no es negocio; a pesar de ello, los campesinos deben cultivar la tierra porque es el único medio de producir alimentos. ¿Cómo?  Los países desarrollados alientan esta actividad por medio de subsidios. México, sometido a los lineamientos de Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, no puede subsidiar la producción agrícola. Por lo tanto el campo —salvo los cultivos que en realidad son materia prima para las industrias— produce cultivos de subsistencia e inmigrantes.

Alguien retomó el concepto “Generación perdida” que se usó para la literatura a finales del siglo XX y la acomodó a los jóvenes en la actualidad, —quienes nacieron entre la medianía de la década de los años ochenta y 1990 son hoy usuarios cabales de esa frase—. Si los problemas de empleo no han sido resueltos desde hace décadas, los jóvenes y los no tanto, se enfrentan sin elementos para defenderse a esta grave crisis, porque poco a poco los gobiernos han desmantelado la protección que más o menos garantizaba el respeto a los trabajadores, apoyado en leyes laborales, por lo tanto: contratación en la modalidad colectiva que garantizaba mantener el empleo a largo plazo (plaza), escalafón, pensión por edad avanzada les están vedadas, y, —he de recalcar: trabajadores somos todos: sin importar oficios o profesiones—.

Esta generación que me resisto a llamar “perdida”, y más bien ha resultado despojada, robada, se mueve en un mundo incierto donde el discurso oficial le insta a la superación por medio del estudio, mas terminado éste, las oportunidades de empleo son limitadas. Entonces solamente queda asimilarse al subempleo, la marginalidad, la inmigración y todo el dinero que el Estado gastó en esa educación va a dar a la basura.  Eso es porque ese Estado, fiel seguidor de las recetas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, aduce que no está para ser creador de empleos, que su misión se reduce a propiciar las condiciones para que la iniciativa privada y la inversión foránea, de acuerdo con las tendencias del mercado, se encargue de crear empleos. La iniciativa privada, a su vez alega que el Estado no le da garantías. Los inversionistas externos solamente hacen negocios, si tienen la garantía de que las leyes laborales no cambien y si cambian, que sea en su beneficio: ese el círculo vicioso en que debate el país —los países—en materia laboral.

Únicamente los beneficiados por este estado de cosas, aislados en su campana de cristal, niegan esta realidad. El resto que vive fuera de ese mundo idílico de los propagandistas del “modelo” que tanta miseria va regando por el mundo, sabe y siente qué es vivir en el mundo de la economía globalizada. Antes, en estos mismos artículos había afirmado que, nuestros problemas modernos se habían originado desde los finales del sexenio de Luis Echeverría Álvarez (1976), pero el domingo 24 de este mes, Tomás Mojarro “El Valedor” me hizo ver que el mal viene de más lejos; citó como inicio de nuestras crisis económicas, el año de 1944. Ese año se firmaron los acuerdos de Breton Woods que crearon el “patrón de cambios oro”. Economía Régimen monetario que se hizo efectivo a partir de los acuerdos de Breton Woods (1944). Según este sistema, todos los países socios de Fondo Monetario Internacional tenía garantizada su convertibilidad de sus respectivas monedas en dólares, y EEUU podía, a su vez, convertir éstos en oro, gracias a su reservas de ese metal en Fort Knox. El sistema desapareció en 1971”. (Enciclopedia Espasa Óptima; pág. 2206).

Excepto los integrantes de la Unión Europea, la multitud de países en vías de desarrollo siguieron uncidos al dólar y sus fluctuaciones. Nos mantienen uncidos al dólar y a los caprichos de los grandes del dinero. Aunque no todos estén en la Unión Americana, porque se dice que el dinero no tiene patria. Así, de persistir el juego siniestro de los enemigos de Barack Obama —juego, que como aquí en México tiene el tufo electoral— el mundo se verá arrastrado en la caída del gigante. Y todos pagaremos los platos rotos.

No pude resistirme a incluir un esclarecedor documento sobre nuestra indefensión ante el poderoso, que escribió Arturo Pérez-Reverte, y  que hace años el Maestro Gino Raul De Gasperín tuvo la gentileza de enviarme por medio de la Internet.

Los amos del mundo / Arturo Pérez-Reverte


Artículo premonitorio del escritor y periodista cartagenero Arturo Pérez-Reverte, publicado en "El Semanal" el 15 de noviembre de 1998, y que ahora, diez años después, se revela como una auténtica profecía.



Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio -o al revés-, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará a usted el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo; porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.

Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder; el riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días.

Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces -¡oh, prodigio!- mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.

Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la pagan con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con sus puestos de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.



27-28 de julio de 2011

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