Edmundo López Bonilla
No ha desaparecido totalmente: la Coca Cola todavía usa el vidrio en algunas de sus presentaciones. Para quienes somos añejos era costumbre común, si necesitaba algún refresco, o una cerveza para consumirse en la casa, debería disponer de “cascos” propios: esto es envases vacíos y llevarlos para hacer el cambio, en caso contrario, era necesario dejar “el depósito” que ascendía al precio que el distribuidor fijaba para cada botella. Si la botella se rompía o se perdía, también se perdía el dinero depositado. Mecanismo que por muchos años sirvió como control para el desperdicio de botellas, que es igual a desperdicio de vidrio.
La producción de vidrio demanda como materias primas: sílice y enormes cantidades de gas natural que al quemarse liberan calor que debe sobrepasar los tres mil grados de temperatura para fundir el sílice, al que se añadieron pequeñas porciones la potasa o sosa. De este proceso resulta el vidrio, tan maleable mientras conserva su alta temperatura que puede modelarse en incontables formas: entre todas, las botellas que dieron motivo a esta meditación. El vidrio es material reciclable y prácticamente inalterable. Como envase permite su uso incontables veces, pero requiere limpieza y esterilización, por lo tanto, más gasto de energía para producir gran cantidad de agua hirviente, que con la sosa añadida y mecanismos de fricción que auxilian el lavado y enjuague, dejan frascos o botellas “como nuevas”.
Por la breve cápsula de información que antes leyó usted, comprenderá que la fabricación y reutilización del vidrio es cara. Los procesos industriales de envases vírgenes a alta escala necesitan enormes hornos y maquinas formadoras de botellas. Todo dependiente de alta tecnología. Además el vidrio pesa.
En la lucha por producir siempre más barato, en el mundo y en México desde hace unos veinte años se empezó a usar el tereftalato de polietileno (PET). Ese material, como usted lo ha comprobado, es ligero y por las cualidades derivadas del plástico, también es inalterable, reciclable, de peso ínfimo y transparente. Condición de “mucho peso” cuando se hace el cálculo de cuánto cuesta el transporte de materias envasadas. Tiene una cualidad más, en la práctica, todas las botellas son, o debieran ser vírgenes. Los fabricantes de…, ¡lo que usted guste! y sea posible envasar, producen en su misma fábrica las botellas o frascos, ya sea con PET original, o reciclado. Con tantas virtudes el uso de ese producto, no debería tener detractores.
Pero… pasemos a los asegunes: “Periódico La Jornada , martes 12 de junio de 2011” “Naucalpan, Méx., 11 de julio. La fracción priísta en el Congreso local busca que empresarios y consumidores paguen un impuesto de entre 20 centavos y un peso por los productos con envase de tereftalato de polietileno (PET, por sus siglas en inglés). En la iniciativa de ley también plantearán crear un fondo para el confinamiento y tratamiento integral de los recipientes, anunció el diputado Enrique Jacob Rocha.// La propuesta se presentará en el periodo de sesiones que se iniciará el 20 de julio, y busca aplicar el gravamen de manera proporcional a envases hasta de 20 litros , añadió Jacob en la conferencia de prensa semanal de la bancada priísta junto con los también legisladores Cristina Ruiz y Pablo Basáñez, quienes explicaron que se pretende fomentar el acopio y reciclaje de este material.//Los productores de PET estarían obligados a cubrir la contribución, y de no hacerlo se harían acreedores a sanciones económicas; mientras, los consumidores que acopien envases les será devuelto el gravamen correspondiente a cada pieza. Con el ingreso generado el gobierno mexiquense integrará un “fondo ambiental” para crear infraestructura de reciclaje y subsidiar a los recicladores, según los diputados.// Jacob Rocha expresó que la nueva mecánica evitaría el confinamiento irregular de toneladas de plástico que en temporada de lluvias contribuyen a tapar canales, ríos y sistemas de drenaje, por lo cual no hay un afán puramente recaudatorio, sino “propositivo y productivo”, como en el Distrito Federal, Chile y Argentina.
El prietito en el arroz es: toneladas de plástico que en temporada de lluvias contribuyen a tapar canales, ríos y sistemas de drenaje. Y eso no es solamente en los “canales, ríos y sistemas de drenaje” del estado de México. Presumo que por todos los mundos que no se cuentan entre los del “Primer Mundo”, se verá la maldición del tereftalato de polietileno en forma de botellas y bolsas. Sobre las aguas de ríos, lagunas; encima de las playas campean a nuestra ciencia y paciencia. La basura hogareña e industrial está plagada de este material y la cantidad reciclada resulta ridícula en comparación a la producida. Esta afirmación no necesita estadísticas, aunque las haya.
La propuesta de los diputados mexiquenses de que: “empresarios y consumidores paguen un impuesto de entre 20 centavos y un peso por los productos con envase de tereftalato de polietileno” a cualquier persona preocupada por el medio ambiente le parecerá buena, pero a mi juicio, insuficiente por barata. Si como miembros de la sociedad somos dispendiosos, el que un refresco nos cueste veinte centavos más o el garrafón de aguas cueste un peso más, no tendrá ningún efecto, porque se confundirá con otra medida “dolorosa, pero necesaria”, impuesta por la inflación. Dolerá al principio, bajarán las ventas temporalmente, pero las ventas habrán de equilibrarse. En los grandes movimientos de envases, por ejemplo en los refrescos embotellados en este material, lo efectivo sería que se tuviera la conciencia de que el envase cuesta porque pagamos por él, pero asimismo, en compras próximas no haremos desembolso, porque haremos el cambio de un envase y solamente pagaremos por el contenido.
Eso entraña muchos problemas, dirán los comerciantes: desde los del changarrito, hasta los de las “grandes cadenas de tiendas”. Lo barato, para unos y otros, es que el cliente compre, lleve productos y “no se le cargue con la molestia de andar paseando botellas vacías que ocupan tanto espacio”. Y en las mismas negociaciones, destinar personal que atiendan específicamente este ramo y acondicionen espacios de almacenaje de las mentadas botellas. Para los distribuidores sería también una carga económica transportar todo ese tereftalato usado, para llevarlo a los centros de reciclaje. El sistema nos ha enredado en la trampa de “evitarnos la carga” y hacernos creer que el modo actual es conveniente y barato.
Cuando sucede el desastre de los derrames de petróleo, sean donde sean, los ecologistas y los gobiernos se rasgan las vestiduras por los daños al medio ambiente. Daños verdaderos y fundados, que tienen más efecto sicológico porque en verdad el petróleo es nauseabundo, porque mancha y se adhiere a la vegetación, al suelo, a los organismos vivos y no sabemos qué males posteriores puede causar. Sin embargo, para producir tereftalato, es necesario el petróleo, ríos de petróleo para el plástico necesario en todo el mundo. ¿Acaso porque el multicitado tereftalato no huele y es tan limpio que bebemos con toda confianza las cosas contenidas en él, tenga la forma que tenga, cuando deja esta función, no es un río de petróleo transformado? Botellitas, botellas y botellones que estorban o ruedan por las calles hasta que en las esporádicas campañas los escolares las confinan para su reciclaje.
¿Cuánto de este material va a dar a la basura? ¿Cuánto de este se quema, deliberadamente o en incendios accidentales en los basureros? ¿Se han hecho campañas exhaustivas por gobiernos y productores de los daños que los humos de la combustión de esta materia producen al ambiente y a los organismos?
No es solamente en los rebosamientos del drenaje y las consecuentes inundaciones ocurridos en los últimos días, que alarmaron a los diputados del estado de México; los rebosamientos suceden en cualquier comunidad que no sea consciente del manejo adecuado de los desechos. El papel, la tierra, aun la arena y la basura orgánica que van a dar a las tuberías de drenaje presentan poca dificultad para los sistemas modernos de desasolve. Son las botellas vacías y machacadas, las bolsas de plástico, las que en verdad dificultan las labores, porque entre sus pliegues o en sus acumulamientos la arena se hace compacta; y mientras ese escollo no se remueva, la cañería seguirá tapada.
¿Dije bolsas, verdad? Pero no solamente son las del “super”. La alimentación de varias generaciones, por lo menos en México, ha cambiado drásticamente. Únicamente por distracción, vea usted con cuidado cuánto espacio destinan los comercios a las “botanas”. Las hay de todos los tamaños y de sustancias que podrían ser alimenticias, hasta las fabricadas literalmente con espuma. Todas compiten en la carrera de la “vistosa presentación” y gastan sumas incalculables para convencer de sus bondades. Todas embolsadas, lo mismo las aristócratas que la plebeyas… en polietileno.
Bolsas que los niños y adultos tiran por las calles o van a dar al cubo de la basura que en la casa se produce y como ya se dijo, juegan su papel en eso de obstrucciones drenajeriles. El mal uso de estos envases es similar al de las botellas, pero a nadie se le ha ocurrido que esos envases se graven con impuestos especiales.
Aunque antes dije: “Esta afirmación no necesita estadísticas, aunque las haya”. Consideré incluir esta nota: “Poca cultura de reciclaje de PET En México enfasispackaging.com El mercado de PET reciclado en México tiene un valor de al menos 160 millones de pesos. Aunque México es el segundo consumidor mundial de bebidas embotelladas, detrás de Estados Unidos, es poco el trabajo de reciclaje (…). De acuerdo con el reporte anual de resultados de Ecoce, organización que agrupa a las principales empresas generadoras de envases, sus afiliados reciclaron 402 mil toneladas en 2006, que representan el 20% del plástico que envían al mercado. Dicho porcentaje representa más de 7 mil 400 millones de envases recuperados (…), según la organización que reúne a empresas como Coca Cola, Pepsi, Jumex y Nestlé. Sin embargo, 40% del mercado consumidor de (tereftalato de polietileno) no participa en las tareas de recuperación, por lo que la tasa de reciclaje para el país es alrededor del 11%. En otros países como Japón, se recicla 40%; mientras que la Unión Europea recicla en promedio el 33% y Estados Unidos 23%. El mercado de (de este plástico) reciclado en México tiene un valor de al menos 160 millones de pesos, ya que se recuperan 80 millones de kilos y el residuo de envase ronda los 2 pesos por kilo. Sin embargo al ser procesado y molido, multiplica su valor a 6 pesos por kilo. En México, 15% del plástico, unas 10 ó 15 mil toneladas, se queda para producir fibras para almohadas, tapabocas (sic), rodillos para pintar y material de embalaje, entre otros usos. A nivel mundial, su principal uso es en la industria textil, y el mayor consumidor es China, que combina la fibra con algodón para fabricar ropa. México exporta (el producto) a mercados como China, Estados Unidos, Canadá, Taiwán y la India ”.
La poca cultura de reciclaje de que nos avisa la nota, da idea de cuánto de este plástico anda rodando por allí. Y por lo que se ve —acaso este equivocado— ni a “Coca Cola, Pepsi, Jumex y Nestlé”, les importa el problema, porque, volvemos al principio que genera estos artículos: se trata de abaratar y en esa guerra todo se vale. ¡Qué importan los problemas generados! ¡Qué impórtale derrame de aguas pestilentes!
13 de julio de 2011
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