lunes, 1 de agosto de 2011

Las puertas del cielo

la ciudad y los días

Las puertas del cielo


Antonio Manuel | Actualizado 31.07.2011 - 01:00
SE cumplen 1.300 años del nacimiento mítico de al-Ándalus. Uno de los periodos más largos e influyentes de la historia en la Península Ibérica. Occidente no puede entenderse sin la originalísima presencia arabo-islámica en España. El primer renacimiento europeo fue andalusí. El racionalismo neoaristotélico es tributario de Averroes, como el neoplatonismo de Ibn Arabí. Hay muchas catedrales en Europa. Pero no hay dos Mezquitas de Córdoba. Ni dos Alhambras de Granada. Ambas construidas por hispanos andaluces. El mismo prejuicio ignorante que excluye a nuestros monarcas andalusíes de la historia de España, o a Ibn Hazm de los manuales de literatura, explica por qué esta fecha crucial pasará desapercibida para los españoles. Justo cuando nos visita el Papa.

No creo en las casualidades y sí en el miedo incurable que anida en la amígdala del cerebro. Y existe un temor ancestral a decir la verdad cuando se cruza la Iglesia Católica. Es verdad que Manos Unidas o Cáritas hacen una labor impagable. Igual que miles de cristianos creyentes en el Jesús de los tobillos sucios. O millones de personas buenas, ya sean anarquistas, ateas, homosexuales o vascas. La maldad no tiene género, raza, religión ni vecindad civil. No seré yo quien cuestione las miserias o veleidades de las distintas creencias. La inmensa mayoría merecen mi respeto y mucho más quienes creen en ellas sin negar al otro. Pero el respeto conlleva la crítica cuando se traspasan las líneas rojas del orden constitucional. Un Estado democrático debe ser laico y ninguna confesión entrometerse en el ámbito de lo público. Cuando cualquiera de ambos sobrepase esta frontera, la ciudadanía tiene el derecho y el deber de denunciarlo. Sin miedo. Y la han cruzado.

Es indecente e inconstitucional que el Estado se gaste 25 millones de euros en la visita del Papa, justo cuando se cumplen 1.300 años de un hecho histórico que el propio país se niega a recordar. No critico que Benedicto XVI visite España, pero me indigna que se haga con mi dinero y sin mi permiso. Que sean los propios católicos quienes juzguen si los 50 millones de euros que cuesta esta excursión suntuaria estarían mejor empleados en Somalia. Repito, yo no lo haré. Pero mi escrupuloso respeto hacia el cristianismo y al Estado aconfesional, me obligan a denunciar la situación consentida de empoderamiento patrimonial y político de la Iglesia Católica en España. Pronto gobernará la derecha y entonces será la izquierda de los avestruces quien ponga la voz en el cielo. La misma que ha tolerado la inmatriculación a nombre de la Iglesia de miles de bienes por consagración. Entre ellos, la Mezquita-Catedral de Córdoba. Como parece suya, hacen lo que quieren. Colocan servicios junto a las paredes del Mirhab. Obligan a los guías a acreditar su ascendencia católica. Amputan el elemento musulmán-andalusí en los folletos y en la visita nocturna. Las entradas son donativos. Se han pasado siglos tapiando las puertas originales y ahora quieren abrir otras por donde sacar a los santos… Y yo, por respeto, denuncio que no son las puertas del cielo.

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